La terapia para niños implica asumir que los niños son personas con sueños y miedos, logros y fracasos, sufrimientos y decepciones, que no se enfrentan a una vida llena de comodidades por depender de los adultos y muchas veces por esa misma razón pueden llegar a ser profundamente afectados sin que puedan verbalizarlo o defenderse. Entender esto es fundamental para los tratamientos infantiles. A diferencia del adulto, el niño tiene una posibilidad, sus padres (cuidadores o tutores) están con él, conviviendo y participando de forma activa en la forma en la que éste entiende el mundo, la vida, el amor y el dolor. En el adulto se trata de entender y reconstruir, en el niño esa misma construcción puede cambiar antes de que esté afianzada en el autoconcepto del niño.
– Psicóloga Esther Solís
La terapia para niños es una labor que incluye no solo al niño, también a sus padres y (de ser requerido) toda persona que cuente con una vinculación importante con el niño (abuelos, hermanos, maestros, escuela, etc.)
Se trabaja a partir de la Técnica de Juego, y se realiza una exploración que incluye entrevistas con el niño y sus padres planteando cuales son los principales aspectos a trabajar (detección de la problemática y el grado de dificultades generadas en la calidad de vida del niño). Posteriormente se comienza propiamente el tratamiento del niño centrándose en entenderlo, escucharlo, acompañarlo en su crecimiento y apoyarlo en las áreas de oportunidad que tenga para plantear formas que tanto familia y escuela puedan apoyarlo en el proceso de forma cercana y puntual.
Depresión infantil, bajo rendimiento escolar, miedos o fobias, ansiedad, “mala conducta”, intolerancia a la frustración, dificultades de adaptación, falta de socialización, berrinches, conducta retadoras, agresividad son algunas de palabras que pueden llegar a describir la conducta de un niño que va a terapia para niños, sin embargo es necesario especificar que toda conducta visible tienen un fundamento, motivadores, raíces o razones por las que el niño actúa de la forma en la actúa, dice lo que dice, piensa como lo hace y es necesario e importante conocer y entender dichas raíces para establecer el curso de un tratamiento psicológico infantil.
Diagnósticos como Trastorno con déficit de atención con o sin Hiperactividad (TDA o TDAH), Trastornos del espectro autista (TEA), Conducta Negativista Desafiante son una guía pero no un etiqueta en los tratamientos infantiles, indican ciertas cuestiones a explorar y trabajar de forma más puntual y específica pero no informan de todo lo que ocurre con respecto a las emociones, sentimientos, pensamientos, miedos y deseos del niño, tampoco definen de forma determinante y única su futuro ni el curso de su desarrollo.
Para la Psicóloga Esther Solís trabajar tanto con los niños como con su familia (padres y hermanos) es fundamental, mejorar la calidad de vida del niño implica inherentemente mejorar la calidad de vida de su familia y para ello debe de entenderse la dinámica familiar y plantear mejores canales de comunicación y fomentar la cercanía afectiva saludable (amor familiar).